El día se ennegreció,
su mirada contemplaba su rojizo dolor,
en tanto sus oídos se aturdían
por aquellos llantos provenientes de su vientre.
La sombría ruta se volvía infinita,
al igual que el ánimo de su marido
que sostenía su fina mano intentando calmarla,
escuchando los pequeños pataleos de aquella bella creación.
El sufrimiento era insostenible,
el deseaba ver un nuevo universo
lejos de aquel bello hogar,
placentero y materno.
Se despidió arrepintiéndose con lágrimas en su rostro,
gritando bajo el manto de lo desconocido,
deseando que el miedo no lo seduzca
y rogando volver a su antiguo hogar.
Escrito por: Maximiliano Braslavsky
Gracias por estas 10.000 visitas!
Hola Maximiliano, llego a tu blog por un enlace tuyo en el Alma de Mariposa.
ResponderEliminarQuiero felicitarte por el sitio, es bellísimo.
Si me permites te sigo, abrazos desde Uruguay!
Muchas gracias! Abrazos!
EliminarHay caminos y rutas obligados...tristes y que no dependen de nosotros...
ResponderEliminarMe encanta leerte.
Un abrazo.
Muchas gracias!
ResponderEliminarGracias por visitarme, Muy lindo tu blog. Un beso enorme
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