forman las
ondulaciones de tu pelo,
entrelazándose,
vistiendo tu cabeza
como la
princesa eterna de este joven mesero.
Granos de
café,
Son tus
pupilas que observan mi caminar hacia ti,
seduciéndome,
enamorándome,
bebiéndome
entre sorbos negros.
Granos de
café
molidos en
tu tasa colmada de seducción.
Música y
serenidad en la mañana de tu despertar,
la borra lo
predijo, un amor distinto.
Así como
nace el sol,
resplandeciente
con sus rayos esperanzadores
aquellos
cazadores de felices despertares
nuestro amor
crecía.
Día a día
el café era
excusa para hablarnos
tu sonrisa
era el paradisiaco fruto de mi esencia
desnudando
mis sentimientos ante tu figura.
Tu sentada leyendo el diario
y yo detrás de la barra,
pensando en cómo
hacerte feliz a cada momento
siendo la
dueña de mis pensamientos.
Pero así
como las amargas y negras gotas
se desbordan
de una catarata de decepción e injusticia
dejando una
amarillenta mancha en aquel diario
nos ensuciaron
de falsedades, alejándonos el uno del otro.
Fue tu
padre,
aquel que
con una ingrata sonrisa tapaba sus
mentiras,
robando nuestros
sueños,
haciéndose dueño
de nuestra felicidad.
Ahora en mi
soledad,
observo el
caer de los granos de café
recordando
el amanecer de tu sonrisa
mientras
huelo sollozante el aroma de tu recuerdo.
Escrito por: Maximiliano Braslavsky
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