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Te recuerdo

Te recuerdo como abrigo en los fríos inviernos,
arropándome con tu cálido amor divino.

Te recuerdo en aquel vino añejo de amargos tragos
que aun sigo bebiendo, suplicante, despojado por tu castigo.

Te recuerdo en el fondo de mi melancolía, sin poder siquiera hablarle a Dios
atado sin poder ver la eterna felicidad ondulándose en tus sutiles labios.

Te recuerdo en las cristalinas lágrimas que caían sobre tu rostro perfecto
al dejar nuestras raíces partiendo con una ilusión a la ciudad del Abasto.

Te recuerdo al escuchar la majestuosa melodía de aquel “Morocho del Abasto”,
que aun sigue siendo la voz de aquel barrio, con sus célebres cantos.

Te recuerdo llevando el fruto de nuestro amor dentro de aquel vestido blanco,
anhelado, sublime, atándonos ciegos de felicidad en un futuro trágico.

Te recuerdo después del nacimiento de Tobías,
en donde tu felicidad era alegría para mi mundo de fantasías que se desvanecía.

Te recuerdo ingenua ante los problemas que escondía,
en tanto me hundía en la depresión de mi desesperación, estafándote, bella esposa mía.

Me recuerdo devastado y arrepentido frente a tus pupilas sollozantes,
mientras me gritabas decepcionada olvidando lo que yo fui antes.

Me recuerdo abandonando aquel paradisiaco edén, dejándome sin esperanzas
y todo por haber querido profanar aquel fruto prohibido, tu confianza.

Escrito por: Maximiliano Braslavsky

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Versos nostálgicos

Observo desde mi ventana
las constelaciones que se reflejan en mi alma.
Es el bello y extenso mundo
que sereno y desnudo frente a mis ojos
se sienta a escuchar mis versos nostálgicos.

Ella huyo, ocultándose en la fría noche,
en tanto las nubes sollozantes
desprendían lágrimas que caían sobre mi afligido corazón.
Las comprendí, abandonadas, olvidadas, solitarias.
Ya nadie levantaba la mirada para contemplarlas.

Supe que el poeta cantaba desde su alma,
las melodías que su mente desconocía,
desde su interior la expresión se desnudaba,
bebiendo las penas de una alegría marchitada,
recordando la sonrisa de su bella dama.

Escrito por: Maximiliano Braslavsky

En las calles del engaño

Huiste en la madrugada,
abrigada sin mis abrazos,
desolada y sin rumbo por las calles del engaño.

Observaste inmóvil
a las constelaciones robarte mis besos,
despojándote de mí cariño que una vez fue tuyo,

y a la noche oscurecer tu corazón,
en tanto el viento secaba tus lagrimas
que dibujaban tu dolor sobre el frio asfalto.

El arrepentimiento te contemplo,
abatida, consolándote en los brazos de la culpa
arropándote en la triste soledad.

Durmiendo en el eterno recuerdo,
del amor que perdiste,
añorando la felicidad, pero sin saber como sonreír.

Escrito por: Maximiliano Braslavsky

La mentira

Bella dama que se escabulle,
por la ciudad de tu razón, corre por aquellas calles
intentando corromper a la verdad,
haciendo de ti un peón en su juego de insinceridad.

Su aroma seductor recorre tu mente,
atrayéndola a un sombrío mar sin retorno, distante,
siendo un naufrago eterno vagando sobre aguas en penas
anhelando regresar, pero aquellas olas que fueron serenas

hoy son llantos creados por tu ficción.
que cedieron su confianza a tu palabra, pero solo recibieron tu traición.
Te sedujo, te controlo y al final corrió
porque se quedo muda, sin respuestas, en el eterno silencio de una confianza que murió.

Escrito por: Maximiliano Braslavsky

Celos

Un eclipse esconde tus sentimientos,
oscureciendo tu corazón bajo el manto del remordimiento
Vives en las sombras de un amor arruinado
por tus violentos impulsos manchados por imploras e intensos alaridos.

Suplicante de nefastos castigos a tu alma
el miedo comienza a hostigarla, creando crueles porvenires con su palma.
La intriga la ata a este penoso tiempo muerto
estancándola en el ensangrentado recuerdo, arrodillándola en su cuarto.

Aquella dama que aun amas
se encuentra inmóvil sobre tus rodillas.
Mientras contemplas su pálido rostro mojado por tu tristeza
que cae como gotas de sangre asesinadas por aquella desconfianza.

Había llegado por la noche ebria, con rasgaduras en su remera,
sonriendo en el auge de su borrachera
olvidándose de lo infeliz que era contigo,
pero tus celos te invadieron, siendo tu violencia su propio castigo.

Un golpe seco se escuchó,
tu gran amor eternamente se durmió,
tapándose con rojizas manchas inocentes
que aún perduran como punzantes marcas en tu mente.

Escrito por: Maximiliano Braslavsky

Por la espalda

Por la espalda,
deje que la luna engañase al radiante día,
ocultando aquellos memorables rayos por la desconfiada oscuridad
enceguecido por el deseo te defraude, pisando tu amistad.

La borra del café lo anunció,
una herida abierta y un corazón quebrado.
Risas en el bar y su prohibida mirada sobre la mía,
atándome a su atracción de mujer encantadora.

Dijo que en un rato volvía,
mientras tú la esperabas sobre néctar de la cercana y silenciosa perfidia,
sentado en la oscuridad de tu hogar, invitando pasar a la preocupación
entre tanto mis manos tocaban su cuerpo ajeno, vestido por la tentación.

Su sedosa piel de porcelana rozaba la mía, entrelazándonos con la soga de la pasión
guiándome con sus finas y sedosas manos en su juego de seducción,
convirtiéndome en su amante en el anhelado anochecer
y un conocido más en el nacimiento del amanecer.

El día que vi tus lagrimas caer, amigo mio,
sentí que te defraude, partiendo escuchando solo tu arduo silencio,
culpándome en mi triste soledad
el haber sido el Judas de nuestra amistad.

Escrito por: Maximiliano Braslavsky

Atardecer

Apoyada sobre el ventanal, sonríes frente aquel espectáculo
contemplando la puesta de sol sobre el lejano cielo,
que pinta a la ciudad con melódicas pinceladas anaranjadas,
admiradas por lagrimas inocentes que nacen, como versos en mis hojas.

Surgen nuevas funciones que desnudan sus sentimientos frente a los aplausos,
adorando el eterno agradecimiento, conociendo nuevos rostros.
En tanto las multitudes huyen de su soledad,
manchándose con las pinceladas que brinda el atardecer, conociendo su felicidad.

Tu corazón se funde en dulzura
Y la paz enamora a tu alma soñadora,
olvidándote de él, alejándote de aquellas penas
floreciendo nuevas esperanzas por tus venas.

Escrito por: Maximiliano Braslavsky
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Transitando Recuerdos