A ti señuelo de amor eterno,
corazones en tu cuaderno.
A ti milagro de la vida,
agradecido de haberte conocido ese día.
A ti que me deleitaste la noche pintada por estrellas, celosas por el brillo de tu perfección,
atesorándome en tu corazón con un beso al compás de nuestra sublime canción.
A ti que eres inmensa como el edén,
y mágica como el atardecer.
A ti musa de mi inspiración, cálida como el amanecer,
que evocas mi creatividad desnudándola con tu esencia de mujer.
A ti que eres tan delicada como una copa de cristal,
pero a la vez tan fuerte como tu instinto maternal.
A ti que me bendeciste con tu amor eterno,
e hiciste de mí un hombre de familia en el mes noveno.
A ti te escribo desde la tétrica guerra, abatido,
añorándote entre lagrimas y gritos sordos, arrodillado entre cuerpos moribundos.
A ti te escribo que no se cuando voy a regresar,
pero si sé que mi corazón nunca te va a dejar de amar.
corazones en tu cuaderno.
A ti milagro de la vida,
agradecido de haberte conocido ese día.
A ti que me deleitaste la noche pintada por estrellas, celosas por el brillo de tu perfección,
atesorándome en tu corazón con un beso al compás de nuestra sublime canción.
A ti que eres inmensa como el edén,
y mágica como el atardecer.
A ti musa de mi inspiración, cálida como el amanecer,
que evocas mi creatividad desnudándola con tu esencia de mujer.
A ti que eres tan delicada como una copa de cristal,
pero a la vez tan fuerte como tu instinto maternal.
A ti que me bendeciste con tu amor eterno,
e hiciste de mí un hombre de familia en el mes noveno.
A ti te escribo desde la tétrica guerra, abatido,
añorándote entre lagrimas y gritos sordos, arrodillado entre cuerpos moribundos.
A ti te escribo que no se cuando voy a regresar,
pero si sé que mi corazón nunca te va a dejar de amar.
Escrito por: Maximiliano Braslavsky
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