En la afligida mañana las frías gotas caen sobre tu tenue rostro,
esperando la piedad de personas indiferentes ante tu pena oída solamente por los astros,
sintiendo ser solamente un melancólico espectro.
Recordándolo en aquel sonido del tren desvaneciéndose lentamente, añorándolo,
como el vuelo inadvertido de aves en celo
que se van oscureciendo sobre el eterno cielo.
Es tu fina silueta de mujer apagada por la huida de aquel cuerpo magno
y tus ojos bañados por olas abatidas en el abandono,
que te encierra en un tenue paisaje llano.
Aprisionándote en el blanco de las nubes que miraban enamorados,
volando al ritmo de las aves, observando el amanecer, apasionados
dejando el presente de tu vivir al regreso de tu amado.
Corres por el oscuro túnel de la demencia intentando superar los minutos,
en este reloj que ha muerto.
Él había partido a la guerra sin acariciar tu dormido y frágil rostro,
dejando solamente una carta sobre la mesita del velador,
abandonando cabizbajo a su familia, suspirando, fingiendo no ser un perdedor,
anunciando su muerte pintada de un desolado rojo, aferrado a tu amor.
Pasaron los días,
y las fuertes lluvias se adueñaron de las calles desoladas
mientras las personas indiferentes dormían plácidamente en sus casas
Pero tú aun esperabas en la soledad de los arboles dormidos,
en el golpe seco de las gotas contra el banco arruinado,
que el tren llegase con tu fiel amado.
esperando la piedad de personas indiferentes ante tu pena oída solamente por los astros,
sintiendo ser solamente un melancólico espectro.
Recordándolo en aquel sonido del tren desvaneciéndose lentamente, añorándolo,
como el vuelo inadvertido de aves en celo
que se van oscureciendo sobre el eterno cielo.
Es tu fina silueta de mujer apagada por la huida de aquel cuerpo magno
y tus ojos bañados por olas abatidas en el abandono,
que te encierra en un tenue paisaje llano.
Aprisionándote en el blanco de las nubes que miraban enamorados,
volando al ritmo de las aves, observando el amanecer, apasionados
dejando el presente de tu vivir al regreso de tu amado.
Corres por el oscuro túnel de la demencia intentando superar los minutos,
en este reloj que ha muerto.
Él había partido a la guerra sin acariciar tu dormido y frágil rostro,
dejando solamente una carta sobre la mesita del velador,
abandonando cabizbajo a su familia, suspirando, fingiendo no ser un perdedor,
anunciando su muerte pintada de un desolado rojo, aferrado a tu amor.
Pasaron los días,
y las fuertes lluvias se adueñaron de las calles desoladas
mientras las personas indiferentes dormían plácidamente en sus casas
Pero tú aun esperabas en la soledad de los arboles dormidos,
en el golpe seco de las gotas contra el banco arruinado,
que el tren llegase con tu fiel amado.
Escrito por: Maximiliano Braslavsky
Es un placer leer tus hermosas letras...besos
ResponderEliminarTe dejo mis huellas en tu blogs.
Saludos
Gala Grosso
Amalia Lateano
Muchas gracias!
EliminarMe encanto tu blog esta magnifico.Sigue así. Te invito si lo deseas visitar.
ResponderEliminarfrasesypoemasparaalimentarelalma.blogspot.com.
Saludo cordial.