Seca soledad vestida de oro

El aire puro golpeaba mi rostro mientras veía por la ventanilla
A las nubes coqueteando con el sol
Mientras los arboles felices alardeaban de su verde vivo
Mi felicidad era cosa del destino
Y parece que se esforzó
Al traerme a la mujer mas hermosa del mundo
Fue ese mismo día cuando te conocí en la playa
Lograste cambiar mi forma de ser
Nunca imagine que un hombre tan oscuro como yo
Florecería en aquella cena romántica al ver tus ojos cristalinos que hacían juego con el mar de fondo
Mientras el golpe seco de las olas mojaba aquella seca soledad vestida de oro
En donde los hombres solitarios se consolaban en el abismo de su oscuridad
Mientras confesaban su devoción por la mujer que amaban a la jovial luna
Yo era uno de ellos
Uno de los tristes corazones que no lograba que aquellos ojos lo observen
Era típico chico enamorado
Que se la pasaba pensándola día y noche y ella ni se enteraba
Pero te conocí
Pasábamos días y días juntos
Aprendiendo uno del otro
Dibujando el placer juntando nuestros cuerpos en la apasionada intimidad
Era tu aroma a jazmines
El que me cautivaba
Haciéndome tuyo
Me hacías sentir un dios
Cuando me decías te amo
-“y yo a ti princesa mía” respondía
Después de un año deje de responderle
Cuando regrese a aquella seca soledad vestida de oro
En un desconsolado grito
Preguntándole a la luna porque a mi
Que hice de malo que ella me abandono
Sin un pretexto y sin decirme adiós
Nadie supo responderme
Ni mi corazón que desapareció en busca de su aroma

Escrito por: Maximiliano Braslavsky