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Víctor Victoria


Capitulo 1

“La onda”

- ¿Y a mí qué? ¿Qué me concierne estar aquí si no te puedo tocar?
- Pero Víctor ¿Qué decís?
- Vos sabes, yo acá, intentando ya sabes
- Pero no estoy lista
- Uf, siempre “ay no estoy lista, dame más tiempo” Siempre pensas en vos ¿y yo? Yo también tengo mis necesidades, necesidades de hombre, maldita sea ¿Acaso no comprendes?
- ¿Qué tengo que comprender? ¿Qué quieres acostarte conmigo? Aun no estoy lista, entendelo ¿Qué tanto te cuesta?
- Hace 2 meses me venís diciendo lo mismo, me siento un idiota en la secundaria, fuera de “la onda”
- ¿Entonces esto lo haces por estar adentro de “la onda”? Yo te voy a decir que es la maldita “onda”, es AMAR a una persona y DAR TODO por ésta, haciéndola FELIZ, dándole SU TIEMPO pero ¿sabes qué? Ándate idiota, no te quiero ver más, no soy ninguna puta a la que puedes metérsela cuando queres, estúpido ándate y acá tenes 30$ para pagarte tus necesidades maldito enfermo
- (se queda impactado y se va sin tomar el dinero)

Ya era medianoche y Víctor aun caminaba por las calles, solo, como debía ser, solo por no poder extender sus propias alas y volar. ¿Quién era? Doblo a la derecha y entro a un bar nudista llamado “Victrola”, las luces parpadeaban y cambiaban de color como las personas que entraban y salían satisfechas, el olor de la lujuria combinado con el humo del tabaco hacían de ese lugar, uno apropiado para las necesidades de Víctor.
Tomo asiento en frente de una chica que no pasaba los 18 años de edad, y observo el sutil pero fuerte movimiento de sus caderas que meneaban mientras los alrededores no paraban de quitar sus enfermizos ojos de encima, el dinero no paraba de caer mientras ella seguía excitando, pero aun Víctor no se sentía parte de “la onda”. Ella se bajo del escenario y fue directo a donde se encontraba él, se sentó encima y empezó a gemirle. Lento y suave comenzó a seducirlo, tomo su cabeza y la hundió en aquello que cada hombre desearía tocar. Impactado dejo que siguiera el juego y sonrió mientras ella se quitaba el sostén de mentes lujuriosas. Bailaba y bailaba. La música no dejaba de sonar, un hombre barbudo intento acercarse la tomo de los brazos y la llevo contra el suelo, cayó en un abrir y cerrar de ojos, el se acostó sobre ella y empezó a jugar a un sucio e inapropiado juego

-Así nena, sabes que quieres un poco de mi
- ¡Soltame maldito hijo de puta!
-Vamos perra, excítame

Se bajo la cremallera y antes de empezar a jugar la cara de Víctor se torno diferente, no podía creer que estaba por ver una violación y nadie se atrevía a hacer algo, no era que no se atrevían, lo disfrutaban, disfrutaban ver a una mujer sufrir, que cínicos de mierda.

-Ahhh –grito la bailarina mientras gemía de dolor-
Ahhh –se desquitaba mientras movía su sucio cuerpo-

La bailarina cerró los ojos e intento huir a otro mundo, lloraba, las lágrimas caían como sueños rotos, como la ilusión de ser amada como una mujer lo debe ser, tener un hombre que te proteja y que te ame, una familia, uno o dos hijos, una casa con vista al mar, un jardín donde los niños puedan jugar. Desapareció, el dolor desapareció, ya no lo sentía, él se fue dejando su marca mientras que Víctor no podía quitar su cara de espanto, sus ojos estaban alterados, había visto una escena que causaba nauseas y su cara no mentía, huyo despavorido, alterado, tropezó y cayó al suelo llorando sin fuerzas de levantarse y mirar la lluvia que caía sobre él.

Escrito por: Maximiliano Braslavsky

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